Esperando….
Escrito por babylon El: 15 mayo 2016 , categoria Artículos, Visto 1172 veces
Llegué a las puertas de su ‘castillo’, llamé y no obtuve respuesta. Volvi a llamar y esperé en silencio. Mi amo me habia ordenado que jamás le llamara a viva voz si no me abría la puerta a la primera, segunda, tercera…vez. Debo esperar. Llovia, mi vestido negro con un amplio escote en la espalda se estaba empapando cada vez más. Una gota de agua se deslizó mas abajo del final del escote y recorrió suavemente el canalillo de mi trasero, visitando primero mi puerta trasera y luego la entrada de mi, ya mojada, cueva.
La espera se me hacia eterna, deseaba estar a las ordenes de mi amo. Deseaba sentir sus fuertes manos en mis hombros mientras sentia su aliento cálido en mi nuca. Deseaba sentir como su mano se deslizaba por mi espalda hasta llegar a mi culo, amasandolo, estrujandolo con tanta intensidad que mi coño se estremecia. Deseaba sentir ese azote que parecia que no iba a llegar nunca hasta que de repente, cuando ya lo daba por perdido, sentia su poderosa mano azotandome, una, dos, tres veces… Deseaba escuchar el suave sonido de las cuerdas al empezar a deslizarse por mi piel mientras me ataba los brazos a la espalda y me acomodaba, con una delicadeza exasperante, a cuatro patas en la inmensa cama.
Deseaba sentir como deslizaba sus manos por la cara externa de mis muslos por dentro del vestido y éste ascendia como por arte de magia hasta dejar al descubierto mi culo y mi sexo deseosos de su polla. Deseaba sentir como sus manos se paseaban por mi trasero, buscando donde aplicar el azote con la intensidad necesaria. Deseaba sentir sus manos recorriendo la parte interna de mis muslos hasta detenerse justo a la entrada de mi palpitante y mojado coño.
Deseaba sentir como una de sus manos se apoderaba de mi sexo, lo presionaba y masajeaba con una intensidad enloquecedora hasta que sus dedos se introducian dentro de mi, empapandome toda, moviendo su mano cada vez mas deprisa e intensamente hasta el punto en que me iba a correr y entonces sacaba sus dedos y su mano de golpe y me azotaba acompañando todo ello susurrandome..»te correras cuando yo quiera, zorra». Deseaba…
De pronto la puerta se abrió, alli estaba él con una cuerda negra colgando de su mano, me sonrió y me hizo pasar.
Continuará….
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Bonito relato
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