El Control AbsolutoSara, la dominatrix, desafía a Dani a una sesión
Escrito por medicalgloves El: 14 julio 2025 , categoria Artículos, Visto 18 veces
El Control Absoluto
Sara, la dominatrix, desafía a Dani a una sesión de control de orgasmo. ¿Podrá Dani soportar la intensidad de su dominio? Descubre cómo la experta Sara lo lleva al límite, explorando su cuerpo y su mente en una experiencia erótica inolvidable.
Sara, una dominatrix joven y de figura esbelta, observaba a Dani con una sonrisa cargada de promesa. Su cuerpo, tonificado y elegante, se ajustaba perfectamente al ajustado traje de látex negro que llevaba, realzando sus curvas sin revelar demasiado. Sus ojos, de un verde penetrante, brillaban con una mezcla de diversión y dominio mientras proponía a Dani una sesión de control de orgasmo que prometía ser inolvidable.
—¿Estás listo para algo que nunca has experimentado, Dani? —preguntó Sara, su voz suave pero firme, como el susurro de una tormenta acercándose.
Dani, un hombre de complexión atlética y mirada curiosa, asintió con nerviosismo. Sabía que Sara era experta en llevar el placer al límite, pero esta vez sentía que cruzarían una frontera desconocida. Su corazón latía con anticipación mientras Sara comenzaba a prepararlo para lo que estaba por venir.
La habitación estaba iluminada con una luz tenue, creando una atmósfera íntima y cargada de tensión erótica. Las paredes, decoradas con espejos y cadenas, reflejaban la determinación en los ojos de Sara. Sobre una mesa cercana, había una variedad de juguetes y herramientas: guantes de látex, cuerdas de seda, y un conjunto de medias de nylon en diferentes colores, cada una más tentadora que la anterior.
—Hoy, Dani, vas a aprender lo que significa el control absoluto —dijo Sara, mientras se acercaba a él con pasos lentos y deliberados. Su presencia era magnética, y Dani no pudo evitar sentir un escalofrío de excitación recorrer su espalda.
Sin más preámbulos, Sara comenzó a atar a Dani con cuerdas de seda suave pero resistente. Lo inmovilizó con cuidado, asegurándose de que cada nudo estuviera firme pero no incómodo. Sus manos expertas trabajaban con precisión, transformando a Dani en una obra de arte de sumisión. Las cuerdas envolvían sus muñecas, tobillos y torso, dejándolo completamente a merced de su dominatrix.
—No te preocupes, Dani —susurró Sara, inclinándose para amordazarlo con un pañuelo de seda—. Esto es solo el comienzo.
Una vez que Dani estuvo completamente inmovilizado y amordazado, Sara se tomó un momento para admirar su obra. Su respiración se aceleró al verlo tan vulnerable, tan suyo. Con un gesto teatral, se quitó su chaqueta de látex, revelando un cuerpo vestido únicamente con medias de nylon negras, sin ropa interior debajo. La suavidad del nylon contrastaba con la firmeza de su mirada, y Dani no pudo evitar sentir un deseo ardiente crecer en su interior.
—Sé que te gustan las medias, Dani —dijo Sara, mientras se acercaba a él y rozaba sus piernas con las suyas—. Hoy vas a sufrir por ellas.
Con un movimiento fluido, Sara se arrodilló frente a Dani y comenzó a trabajar con sus manos enguantadas en látex. Sus dedos, expertos en el arte del placer y el dolor, se deslizaron por su torso, trazando patrones que hacían que Dani se retorciera de anticipación. Lentamente, descendió hacia su entrepierna, donde su erección ya era evidente.
—Tan impaciente, ¿verdad? —murmuró Sara, mientras sus dedos jugaban con el borde de sus boxers. Con un tirón rápido, los quitó, dejando al descubierto la erección de Dani.
Sara sonrió al ver su pene, no circuncidado, y supo exactamente cómo explotar su sensibilidad. Con un gesto delicado, comenzó a manipular su glande y frenillo, haciendo que Dani gimiera detrás de la mordaza. Sus testículos, atados con cuidado pero firmeza, colgaban pesados y tensos, listos para ser jugados.
—Vamos a empezar despacio, Dani —dijo Sara, mientras sus dedos se movían con una ritmo hipnótico—. Quiero que sientas cada segundo.
La dominatrix combinó placer y dolor con una habilidad que solo años de experiencia podían otorgar. Sus manos masajeaban, apretaban y liberaban, llevando a Dani al borde del orgasmo una y otra vez, solo para detenerlo en el último momento. La asfixia erótica se convirtió en parte del juego, ya que Sara presionaba suavemente su mano contra la boca de Dani, controlando su respiración y aumentando su excitación.
—¿Te gusta, Dani? —preguntó Sara, su voz cargada de burla—. ¿Te gusta cómo te hago sentir?
Dani solo pudo responder con un gemido ahogado, su cuerpo temblando de deseo. Sara sonrió, satisfecha, y cambió de táctica. Con un movimiento rápido, se quitó las medias negras y las reemplazó con unas de color rojo intenso. El contraste contra su piel pálida era hipnótico, y Dani no pudo evitar seguir el movimiento de sus piernas con la mirada.
—Mira bien, Dani —dijo Sara, mientras se colocaba sobre él en una posición de facesitting—. Porque esto es todo lo que vas a tener.
La presión de su cuerpo contra el de Dani era eléctrica. Sara se movía con gracia, frotando su entrepierna contra la erección de Dani, mientras sus manos continuaban trabajando sin descanso. El olor a látex y nylon llenaba el aire, intensificando la experiencia sensorial.
—Vas a eyacular para mí, Dani —susurró Sara, mientras sus dedos se deslizaban hacia su ano, preparando el terreno para un masaje prostático—. Y lo vas a hacer en mis manos.
El masaje prostático fue la gota que colmó el vaso. Dani sintió una oleada de placer tan intensa que no pudo contenerlo más. Con un grito ahogado, eyaculó en las manos enguantadas de Sara, quien sonrió con satisfacción al ver el resultado de su trabajo.
—Muy bien, Dani —dijo, mientras se levantaba y se limpiaba las manos en sus medias rojas—. Pero esto es solo el primero.
Las horas siguientes fueron una tortura exquisita para Dani. Sara lo llevó al límite una y otra vez, utilizando cada truco en su repertorio. Lo hizo eyacular en sus medias, en su boca, en un condón… Cada orgasmo era más intenso y doloroso que el anterior, hasta que finalmente, los orgasmos se volvieron secos y agonizantes.
Para el final, Dani estaba llorando detrás de la mordaza, su cuerpo temblando de agotamiento y placer. Sara, con una última sonrisa, se inclinó y susurró en su oído:
—Ahora sabes lo que significa el control absoluto, Dani.
Y con eso, la sesión llegó a su fin, dejando a Dani exhausto, satisfecho y completamente sometido a la voluntad de su dominatrix.
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