EL EXAMEN ERÓTICO 3 PARTE – Lucas yacía en la camilla, su

Escrito por medicalgloves El: 15 julio 2025 , categoria Artículos, Visto 25 veces

EL EXAMEN ERÓTICO 3 PARTE – 


Lucas yacía en la camilla, su cuerpo aún tembloroso por las intensas sensaciones que acababa de experimentar. El doctor Álvarez y la enfermera, con sus rostros impasibles, se acercaron a él, sus ojos brillando con una mezcla de profesionalismo y algo más oscuro, más primitivo. La habitación, con su aroma a desinfectante y latex, se sentía más opresiva que nunca.

El doctor, con movimientos precisos, comenzó a atar a Lucas con correas de cuero suave pero firmes. Cada tira se ajustaba alrededor de sus muñecas, tobillos y torso, inmovilizándolo por completo. Una venda de seda negra fue colocada sobre sus ojos, sumándolo en una oscuridad total. Un gag de bola, frío y metálico, fue introducido en su boca, silenciando cualquier sonido que pudiera emitir. La privación sensorial era completa, y Lucas se sintió vulnerable, expuesto, como si su mente fuera el único refugio que le quedaba.

La enfermera, con sus manos enguantadas, se posicionó junto a la cabeza de Lucas, sus dedos largos y ágiles listos para controlar su respiración. El doctor, por su parte, sostenía una jeringa hipodérmica, su contenido desconocido para Lucas. La aguja, fina y reluciente, se cernía sobre su piel, creando una anticipación que lo hizo temblar.

—Relájate, Lucas —susurró el doctor, su voz calmada pero autoritaria—. Esto es parte de tu terapia. Necesitamos explorar más profundamente.

La aguja penetró su piel, y Lucas sintió un ligero ardor seguido de una sensación de calor que se extendió por su cuerpo. La sustancia inyectada era un relajante muscular, pero también algo más, algo que lo hacía sentir flotar, desconectado de su cuerpo físico.

El doctor se movió hacia la parte inferior de la camilla, donde un especulo anal esperaba. Con movimientos lentos y deliberados, lo insertó en el ano de Lucas, abriéndolo gradualmente. La sensación de ser expuesto de esa manera era humillante, pero también increíblemente erótica. Lucas sintió cómo su respiración se aceleraba, a pesar de los esfuerzos de la enfermera por controlar su ritmo.

—Mantén la calma —murmuró ella, sus dedos presionando suavemente su pecho—. Deja que las sensaciones fluyan.

Horas parecieron pasar mientras Lucas permanecía así, su ano abierto y expuesto, el especulo manteniendo una presión constante que lo hacía sentir lleno y vulnerable. El doctor, con una espuela en la mano, comenzó a trazar patrones en la piel de Lucas, su punta metálica creando un cosquilleo que lo hacía arquearse contra las correas.

—¿Sientes esto, Lucas? —preguntó el doctor, su voz cerca de su oído—. ¿Sientes cómo tu cuerpo se abre, cómo se rinde a mí?

Lucas no podía responder, pero su cuerpo hablaba por él. Sus músculos se tensaban y relajaban, su piel sudorosa y brillante bajo la luz fluorescente. La enfermera, con una mano enguantada tapando su nariz y su boca amordazada, controlaba su respiración, asegurándose de que no se ahogara en la intensidad de las sensaciones pero provocando que la ligera asfixia ayudara a Lucas a dilatar todavía más su esfinter y sus orificios.

El doctor se movió entonces hacia la parte superior de la camilla, donde una jeringa llena de líquido transparente esperaba. Con un movimiento rápido, la insertó en el ano de Lucas, administrando un enema. La sensación de llenura fue inmediata, y Lucas sintió cómo su vientre se hinchaba, la presión construyéndose en su interior.

—Ahora, Lucas —dijo el doctor, su voz firme—. Vas a sentir dolor y mucha humillación.

La enfermera retiró el especulo, y Lucas sintió cómo el liquido introducido, fluía lentamente de él en un chorro cálido y humillante. El doctor, sin perder tiempo, se posicionó detrás de él, y aprovechó su erección dura y lista para ponerse un preservativo. Con un movimiento fluido, penetró a Lucas, su miembro llenando el espacio que antes ocupaba el especulo.

La sensación fue abrumadora. Lucas sintió cómo el doctor lo tomaba mientras todavía se sentía lleno de liquido en su interior, su ritmo constante y profundo, mientras la enfermera le puso una bolsa trasnparente en la cabeza, controlando su respiración agónica para que abriera todavía más su ano, y a veces abofeteando a lucas para sacarlo un poco del trance y de la tortura tan intensa que estaba viviendo. La habitación resonaba con los sonidos de sus cuerpos, los gemidos ahogados de Lucas, muy agónicos al sentir la penetración del doctor y la presión del enema saliendo de su cuerpo forzadamente en cada embestida del doctor,  y los susurros de la enfermera.

—Así es, Lucas —susurró el doctor, su voz ronca—. Déjate llevar. Siente cómo te lleno, como vacias a la vez, y cómo te poseo.

Lucas estaba perdido en un mar de sensaciones. Su cuerpo, atado y expuesto, era un lienzo para el doctor y la enfermera, sus deseos y necesidades dictando cada movimiento. La privación sensorial, la respiración controlada, el enema, y ahora la penetración… todo se combinaba en una experiencia que lo trascendía, que lo llevaba a un lugar más allá del placer y el dolor.

El doctor aumentó su ritmo, sus embestidas más profundas y urgentes. Lucas sintió cómo su cuerpo respondía, sus músculos tensándose, su piel erizándose. La enfermera, con su mano enguantada comenzó a masturbar lentamente a Lucas, descalullándolo bien para que sintiera su piel sin circuncidar bien tirante y su rojo capullo lubricando sin parar líquido prostático, guiándolo hacia el clímax, con sus dedos presionando sus testículos y frotando su frenillo en el momento preciso.

—Ahora, Lucas —susurró ella, su voz un susurro en su oído—. Déjalo ir.

Y Lucas lo hizo. Su cuerpo se tensó, su respiración se cortó, y luego, en una explosión de sensaciones, se liberó. Su semen brotó de él, caliente y espeso, mientras el doctor lo llenaba desde adentro, su propio orgasmo sacudiéndolo.

La habitación cayó en silencio, solo el sonido de sus respiraciones entrecortadas llenando el espacio. El doctor se retiró lentamente, su miembro aún palpitante, y la enfermera retiró el gag de la boca de Lucas, permitiéndole tomar aire en grandes bocanadas.

—Bien hecho, Lucas —dijo el doctor, su voz suave—. Has avanzado mucho.

Lucas, aún atado y tembloroso, sintió una paz extraña descender sobre él. La experiencia había sido intensa, abrumadora, pero también liberadora. Había explorado límites que ni siquiera sabía que existían, y había salido al otro lado, cambiado, transformado.

La enfermera comenzó a desatarlo, sus manos gentiles pero firmes. La luz del día filtrándose por las ventanas parecía más brillante, los sonidos del mundo exterior más vibrantes. Lucas se sentó, su cuerpo aún tembloroso, y miró al doctor y a la enfermera, sus rostros impasibles pero sus ojos brillando con un respeto recién descubierto.

—¿Cómo te sientes? —preguntó la enfermera, su voz suave.

Lucas sonrió, una sonrisa que no había usado en mucho tiempo.

—Diferente —respondió, su voz ronca pero segura—. Como si hubiera despertado de un sueño largo y profundo.

El doctor asintió, su expresión satisfecha.

—Eso es exactamente lo que has hecho, Lucas. Has despertado a una nueva realidad, una donde tu cuerpo y tu mente están en armonía, donde los límites se expanden y las posibilidades son infinitas.

Lucas se levantó de la camilla, su cuerpo aún marcado por las correas, su piel aún tibia por las sensaciones. Miró al doctor y a la enfermera, sus guías en este viaje, y sintió una gratitud profunda.

—Gracias —dijo, su voz llena de emoción—. No sé qué habría hecho sin ustedes.

El doctor sonrió, una sonrisa que no había mostrado antes.

—Aún hay mucho por explorar, Lucas. Esto es solo el comienzo.

Y con esas palabras, Lucas salió de la habitación, su mente llena de preguntas y su corazón lleno de esperanza. El mundo afuera lo esperaba, y por primera vez en mucho tiempo, se sentía listo para enfrentarlo.



    sumisa Anita Stein
    17 julio, 2025

    Buá te has vuelto a superar! Me encanta! No se si harás otra parte pero si la haces molaría algo de corrientes... ahí lo dejo. Y ya por pedir, crees que podrias crear una historia del estilo pero con una sumisa? Incluso puedes incorporarla junto a Lucas. Seguro que serias capaz, porque un poquito de dom si que tienes 😉. Puedes inspirarte en mi que ya nos conocemos, me encantaría!! Un beso, guapeton.


      switch Rac33
      16 julio, 2025

      Unos relatos muy bien hechos y excitantes, si señor


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