EL EXAMEN ERÓTICO 2a parte – El Santuario de las Sensaciones
Escrito por medicalgloves El: 8 julio 2025 , categoria Artículos, Visto 14 veces
EL EXAMEN ERÓTICO 2a parte –
El Santuario de las Sensaciones Extremas
Lucas se adentra en un viaje de autodescubrimiento y placer, explorando límites físicos y mentales. ¿Qué revelaciones lo esperan en este consultorio?
Lucas yacía atado a la camilla ginecológica, sus miembros extendidos y su cuerpo expuesto a la voluntad del doctor Álvarez y su enfermera. La habitación, iluminada por una luz tenue, resonaba con los susurros de la enfermera y los pasos firmes del doctor. La atmósfera era eléctrica, cargada de anticipación y deseo. Lucas, con los ojos cerrados, intentaba controlar su respiración, pero su corazón latía con fuerza, traicionando su excitación.
El doctor Álvarez se acercó, su presencia imponente y su voz calma pero autoritaria. «Hoy, Lucas, exploraremos nuevos límites. Prepárate para una experiencia que desafiará tu cuerpo y tu mente». La enfermera, con una sonrisa pícara, ajustó las correas que sujetaban a Lucas, asegurándose de que no pudiera moverse ni un centímetro. «Relájate, cariño», susurró, su aliento cálido rozando la oreja de Lucas. «Todo lo que sientas será para tu placer».
El doctor tomó un instrumento delgado y brillante, que Lucas reconoció como un catéter uretral. «Empecemos con algo que te hará sentir vivo», dijo el doctor, su voz cargada de promesa. Con movimientos precisos, introdujo el catéter en la uretra de Lucas, quien contuvo un gemido. La sensación era extraña, una mezcla de incomodidad y excitación que se extendía por su cuerpo.
«Ahora, Lucas, quiero que te concentres en tu respiración», instruyó el doctor, mientras la enfermera se colocaba a su lado, sosteniendo un pequeño dispositivo de succión. «Vamos a ayudarte a liberar algo que ni siquiera sabías que tenías dentro».
La enfermera activó el dispositivo, y Lucas sintió una presión suave pero insistente en su pene. «Esto es squirting masculino», explicó el doctor, su voz llena de satisfacción. «Vamos a hacer que tu cuerpo responda de una manera que nunca has experimentado».
Lucas sintió una acumulación de tensión en su abdomen, como si su cuerpo estuviera a punto de estallar. De repente, un chorro cálido y potente salió de su pene, salpicando la camilla y sorprendiendo a Lucas con su intensidad. «Oh, Dios», murmuró, su cuerpo temblando con la fuerza del squirting.
«Excelente», elogió el doctor, mientras la enfermera limpiaba suavemente el área con una toalla cálida. «Ahora, vamos a llevar esto un paso más allá».
El doctor tomó un juego de dilatadores uretrales, cada uno un poco más grande que el anterior. «La dilatación uretral es un arte», dijo, su voz baja y seductora. «Y tú, Lucas, eres nuestro lienzo».
Con cuidado, el doctor insertó el primer dilatador, y Lucas sintió una sensación de llenura que lo hizo arquear la espalda. «Respira, Lucas», susurró la enfermera, su mano acariciando suavemente el pecho de Lucas. «Deja que tu cuerpo se adapte».
Uno por uno, los dilatadores fueron introducidos, cada vez más grandes, estirando la uretra de Lucas hasta límites que nunca había imaginado. Los gemidos de Lucas llenaron la habitación, una mezcla de placer y dolor que lo dejaba al borde de la locura.
«Ahora, Lucas, es hora de algo más intenso», anunció el doctor, su voz llena de anticipación. La enfermera se acercó, sosteniendo una máscara de asfixia erótica. «Vamos a llevarte al borde, y luego te traeremos de vuelta».
La máscara fue colocada sobre la boca y la nariz de Lucas, y la enfermera comenzó a controlar su flujo de aire, alternando entre permitirle respirar y restringir su oxígeno. Lucas se debatió entre la euforia y el pánico, su cuerpo respondiendo con orgasmos forzados que lo sacudían sin control.
«Así es, Lucas», susurró el doctor, su mano presionando suavemente el pecho de Lucas para mantenerlo quieto. «Deja que tu cuerpo se rinda a nosotros».
La enfermera retiró la máscara, y Lucas jadeó, intentando recuperar el aliento. «Ahora, Lucas, es hora de drenarte», dijo el doctor, su voz firme pero gentil. Con un movimiento experto, insertó un catéter más grande, permitiendo que la orina de Lucas fluyera libremente.
La sensación de alivio fue inmediata, pero el doctor no se detuvo allí. «Ahora, para el gran final», anunció, su voz llena de promesa. La enfermera se colocó detrás de Lucas, sus manos engrasadas y listas.
«El fisting es un acto de confianza», dijo el doctor, mientras la enfermera introducía lentamente su mano en el ano de Lucas. «Y tú, Lucas, has puesto tu confianza en nosotros».
La mano de la enfermera se deslizó dentro de Lucas, estirando y llenando su cuerpo de una manera que lo hizo gritar de placer. El doctor, viendo la reacción de Lucas, sonrió con satisfacción. «Perfecto».
Lucas se retorcía en la camilla, su cuerpo en el límite de la excitación. La enfermera movió su mano con habilidad, y Lucas sintió una presión en su vejiga que no pudo controlar. Con un grito ahogado, se orinó, la cálida corriente mezclándose con su sudor y el lubricante.
«Mira lo que has logrado, Lucas», dijo el doctor, su voz llena de orgullo. «Has alcanzado un nivel de entrega que pocos pueden igualar».
La enfermera retiró lentamente su mano, y Lucas cayó en un estado de relajación profunda, su cuerpo exhausto pero satisfecho. El doctor y la enfermera lo liberaron de las correas, y Lucas se sentó, su mente aún procesando la intensidad de lo que había experimentado.
«Recuerda, Lucas», dijo el doctor, su voz suave pero firme. «El placer y el dolor son dos caras de la misma moneda. Y tú has aprendido a navegar entre ellos».
Lucas asintió, su mirada perdida en algún punto de la habitación. La enfermera le ofreció una toalla cálida, y él la aceptó con gratitud, envolviéndose en ella como si fuera un escudo contra el mundo exterior.
En silencio, Lucas reflexionó sobre lo que había vivido. El consultorio, que antes le parecía un lugar de rutina y aburrimiento, ahora era un santuario de sensaciones extremas y descubrimientos personales. El doctor Álvarez y su enfermera no eran solo profesionales médicos; eran guías en un viaje de autodescubrimiento y placer.
Mientras se vestía, Lucas se dio cuenta de que algo había cambiado en él. Ya no era el mismo joven que había entrado en ese consultorio horas antes. Había explorado límites que ni siquiera sabía que existían, y había salido al otro lado con una comprensión más profunda de su propio cuerpo y deseos.
Con un último vistazo al consultorio, Lucas salió, el mundo exterior pareciendo extrañamente silencioso y ordinario después de la tormenta de sensaciones que había experimentado. Sabía que nunca olvidaría lo que había vivido allí, y que, de alguna manera, su vida había tomado un giro inesperado y fascinante.
El viento nocturno rozó su piel, y Lucas sonrió, sintiendo una paz que no había conocido antes. El placer y el dolor, el control y la entrega, todo se había entrelazado en una danza que lo había dejado transformado. Y mientras caminaba hacia la noche, sabía que, aunque el mundo seguía girando, él ya no era el mismo.
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Fue subiendo de nivel, a partir del conocimiento y el placer adquiridos creo que alguna visita mas a la consulta, experimentar con agujas hipodérmicas con el Doc Álvarez y su fantástica enfermera , buscar nuevas experiencias con un Dom o Domina experimentada y profundizar en otras facetas del BDSM, esas te las dejo para tu próxima historia, me ha encantado
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