EL EXAMEN ERÓTICOEl consultorio del doctor Álvarez era un lugar frío

Escrito por medicalgloves El: 6 julio 2025 , categoria Artículos, Visto 20 veces

EL EXAMEN ERÓTICO

El consultorio del doctor Álvarez era un lugar frío y estéril, con paredes blancas y el olor característico a desinfectante. Lucas, un joven de veintidós años, se sentó en la sala de espera, jugueteando nerviosamente con el borde de su camiseta. Había acudido por un simple chequeo de rutina, pero algo en el ambiente le hacía sentir incómodo, como si supiera que esta visita sería diferente a todas las demás.

La puerta del consultorio se abrió, y una enfermera apareció en el umbral. Llevaba un uniforme ajustado que resaltaba sus curvas, medias blancas que llegaban hasta los muslos y guantes de látex que le daban un aire misterioso. Su cabello negro azabache estaba recogido en un moño perfecto, y sus ojos verdes brillaban con una mezcla de sumisión y deseo.

«Pase, Lucas», dijo con una voz suave y seductora. «El doctor Álvarez lo está esperando».

Lucas se levantó, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda. Siguió a la enfermera por el pasillo, sus ojos fijos en la oscilante de sus caderas. La mujer se detuvo frente a una puerta y la abrió, revelando una habitación iluminada por luces tenues. En el centro, una camilla de cuero negro dominaba el espacio, rodeada de instrumentos médicos y objetos que Lucas no pudo identificar.

El doctor Álvarez, un hombre alto y apuesto con una bata blanca impecable, se acercó con una sonrisa enigmática. Sus ojos grises parecían perforar el alma de Lucas, y su presencia irradiaba una autoridad que el joven no pudo ignorar.

«Acérquese, Lucas», dijo el doctor con una voz profunda y autoritaria. «Vamos a realizar un examen completo».

Lucas se acercó a la camilla, sintiendo una mezcla de curiosidad y aprensión. El doctor Álvarez le indicó que se acostara boca arriba, y el joven obedeció, sintiendo la frialdad del cuero contra su piel. La enfermera se posicionó junto a la camilla, sus manos enguantadas listas para asistir al doctor.

«Relájese», dijo el doctor, colocando una mano sobre el pecho de Lucas. «Esto será una experiencia única».

Antes de que Lucas pudiera responder, el doctor Álvarez sacó un rollo de cuerda de seda negra y comenzó a atar sus muñecas a los extremos de la camilla. El joven intentó resistirse, pero la fuerza del doctor era irresistible. La enfermera observaba con ojos brillantes, su respiración acelerada mientras asistía al doctor en la tarea.

«No se preocupe», susurró el doctor, inclinándose sobre Lucas. «Esto es solo el comienzo».

Con Lucas inmovilizado, el doctor Álvarez comenzó a explorar su cuerpo con manos expertas. Sus dedos recorrían la piel del joven, mapeando cada curva y contorno. La enfermera se acercó, sus pechos rozando el brazo de Lucas mientras sostenía un estetoscopio. El doctor lo colocó sobre el pecho de Lucas, escuchando los latidos de su corazón mientras sus ojos se clavaban en los del joven.

«Su corazón late con fuerza», dijo el doctor, una sonrisa juguetona en sus labios. «Pero creo que podemos acelerarlo aún más».

La enfermera se movió hacia la cabeza de Lucas, sus manos enguantadas sosteniendo un pequeño frasco de aceite. Lo vertió sobre el pecho del joven, y el doctor comenzó a masajearlo con movimientos lentos y sensuales. Lucas sintió un escalofrío recorrer su columna, su cuerpo respondiendo a la estimulación.

«Mmm, siento que te estás poniendo duro», susurró el doctor, sus labios rozando la oreja de Lucas. «Eso es bueno».

La enfermera se arrodilló junto a la camilla, sus ojos fijos en la entrepierna de Lucas. Con movimientos lentos y deliberados, desabrochó los pantalones del joven y los bajó, revelando su erección. El doctor Álvarez sonrió, satisfecho con la respuesta de su paciente.

«Veo que estás listo para la siguiente etapa», dijo el doctor, su voz cargada de promesa.

La enfermera se inclinó, sus labios rozando la punta del pene de Lucas. El joven contuvo el aliento, sintiendo una descarga de electricidad recorrer su cuerpo. La mujer comenzó a lamer y chupar, sus manos enguantadas sosteniendo los testículos de Lucas con delicadeza. El doctor Álvarez observaba, su mano sobre el hombro de la enfermera mientras guiaba sus movimientos.

«Más profundo», susurró el doctor, y la enfermera obedeció, tomando el pene de Lucas en su boca y moviendo la cabeza con habilidad.

Lucas gimió, su cuerpo arqueándose contra las ataduras. El doctor Álvarez se movió hacia la parte inferior de la camilla, sus dedos explorando los glúteos de Lucas. Con un movimiento rápido, insertó un dedo en el ano del joven, provocándole un gemido de sorpresa.

«Relájate», susurró el doctor, su aliento caliente en la oreja de Lucas. «Deja que te guíe».

La enfermera continuó con su tarea, sus labios y lengua trabajando en armonía con los dedos del doctor. Lucas se sentía abrumado por las sensaciones, su cuerpo respondiendo a la estimulación de manera incontrolable. El doctor Álvarez añadió un segundo dedo, moviéndolos con habilidad mientras masajeaba la próstata de Lucas.

«Mmm, siento que estás cerca», dijo el doctor, su voz cargada de satisfacción.

Lucas no pudo responder, su cuerpo tenso mientras se acercaba al orgasmo. La enfermera intensificó sus movimientos, sus labios sellados alrededor del pene de Lucas mientras chupaba con fuerza. El doctor Álvarez susurró palabras de aliento, guiando a Lucas hacia el borde.

Y entonces, Lucas explotó. Su cuerpo se arqueó contra las ataduras, su semen llenando la boca de la enfermera mientras ella continuaba chupando y lamiendo. El doctor Álvarez sonrió, satisfecho con el resultado, mientras retiraba sus dedos del ano de Lucas.

«Excelente», dijo el doctor, su voz llena de aprobación. «Ahora, es hora de que te relajes y disfrutes de la segunda parte de tu examen».

La enfermera se levantó, limpiándose los labios con una sonrisa satisfecha. El doctor Álvarez se movió hacia la cabeza de la camilla, sus ojos fijos en los de Lucas.

«¿Estás listo para lo que viene, Lucas?», preguntó el doctor, su voz cargada de promesa.

Lucas, aún jadeante y con el corazón acelerado, asintió lentamente. El doctor Álvarez sonrió, una sonrisa que prometía placer y dolor, dominación y sumisión. La enfermera se posicionó junto a la camilla, sus manos enguantadas listas para asistir al doctor una vez más.

El consultorio del doctor Álvarez nunca volvería a ser el mismo para Lucas. Lo que comenzó como un simple chequeo de rutina se había convertido en una experiencia que desafiaría sus límites y lo llevaría a un mundo de placer y dolor, donde la línea entre la medicina y el deseo se desdibujaba por completo. Y mientras el doctor Álvarez se inclinaba sobre él, Lucas sabía que no había vuelta atrás. Su cuerpo, ahora marcado por la experiencia, pertenecía al doctor y a su enfermera sumisa, y ellos lo llevarían a lugares que nunca había imaginado.

El doctor Álvarez sacó un pequeño látigo de su bolsillo, y la enfermera se acercó, sus ojos brillando con anticipación. Lucas sintió un escalofrío recorrer su espalda, su cuerpo tenso mientras esperaba lo que vendría. El doctor alzó el látigo, y con un movimiento rápido, lo hizo restallar contra la piel de Lucas. El joven gimió, su cuerpo respondiendo a la sensación de dolor y placer.

«Relájate, Lucas», susurró el doctor, su voz cargada de autoridad. «Deja que te guíe a través de este viaje».

Y con esas palabras, el doctor Álvarez y su enfermera sumisa comenzaron a tejer una red de sensaciones que envuelven a Lucas, llevándolo a un mundo de placer y dolor, donde los límites se desdibujaban y el deseo reinaba supremo. La camilla, ahora un altar de placer, era el escenario perfecto para la segunda parte del examen, donde Lucas descubriría que su cuerpo era capaz de cosas que nunca había imaginado. Continuará…



    switch juanra
    7 julio, 2025

    Parece un relato vivido, esperando la continuación


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