BDSM Barcelona

En la infancia se generan los fetiches del presente. Todavía recuerdo cuando era un crio y cada vez que mi madre me llevaba al médico y me hacían revisión, me desnudaban, me revisaban todo y por supuesto me inspeccionaban mi pequeño pene, porque nací con un poco de fimosis. Los médicos le dijeron a mis padres que mejor no operarme, porque como era poquito el frenillo que tenía, haciéndome unos ejercícios que consistian en bajarme el pellejito varias veces cada día, se me acabaría rompiendo solo.  Esto generó que cada vez que iba al médico, me tumbaran en la camilla y la enfermera o el doctor me tocaran el pene bajándome y subiendo el pellejito  durante un ratito. A veces como me molestaba, uno me sujetaba mientras el otro me lo hacía, incluso recuerdo de mas pequeño haberme llegado a inmovilizar con correas porque no me estaba quieto.  Recuerdo ver esas manos enguantadas en latex descapullándome lentamente y estirando bien hasta producirme dolor mientras me miraban fijamente. En mi casa también me tenían que realizar esos ejercicios, cada vez que me bañaba mi madre de los hacía y en ocasiones mi hermana jugábamos a médicos y me los hacía ella… pasaban los años y no se me rompía el frenillo, pero las sesiones de ejercicio ya se iban convirtiendo en placer, hasta el punto de llegarme a mojar mientras mi prima me lo hacía,  con unos 8 o 9 años.  De esos momentos con los médicos me quedó un gran fetiche por los guantes, por el rol médico y esa sensación de como paciente, sentirme vulnerable tumbado en una camilla a expensas de otra persona que me hace cosas en el cuerpo… CONTINUARÁ.