BDSM Barcelona

¡Hola!

Antes de nada quiero agradecerte que te tomes la molestia en leer este mensaje. Ya te adelanto que no será algo escueto, porque me gusta expresarme libremente sin dejar nada en el tintero o, cuanto menos, pocas cosas… Intentaré ser breve, porque siempre hay tiempo para entrar en detalle con aquellas personas que sientan cierto interés por conocerme 😉

Para empezar y, a pesar de que soy un fiel defensor de que la edad biológica no es algo determinante ni tiene porque definir a una persona (se puede ser muy maduro mentalmente a muy corta edad, o tener 50 años y parecer un crío de 5), decir que soy un chico de menos de 30 años que vive relativamente cerca de Barcelona (datos concretos a quien se interese por entablar una conversación y se llegue a un nivel de confianza óptimo por ambas partes).

Mi interés por el BDSM se remonta a mi pubertad cuando lo descubrí «accidentalmente» por vídeos porno. De primeras me impactó que algo así me excitara: ver que ataban a una mujer y le insultaban o escupían… Aunque conocí a Dhanko de JuegosBDSM y él me tranquilizó diciéndome que lo que me pasaba era mucho más común de lo que la gente suele pensar.

No obstante, decidí dejar el tema aparcado y, a decir verdad, mi andadura propiamente dicha no empieza formalmente hasta cumplir la mayoría de edad: concretamente pocos días después de cumplir los 18 años «reglamentarios» como buen ciudadano jajjajaj

En ese momento empecé mi andadura en busca de sumisa y, al cabo de pocos días, empecé una relación virtual con alguien de otro país que duraría unos cuantos años. Yo fui su primer Amo y ella mi primera sumisa, hecho que nos permitió descubrir y lamentar los límites y peculiaridades de las relaciones a distancia (sobre todo las BDSM)… Se pasa mal y se sufre mucho por la falta de contacto, aunque sea una simple caricia o un abrazo en momentos de sensibilidad…

Debo decir que desde pequeñito siempre me han dicho que he sido muy maduro, y es verdad que siempre me he sentido mucho más cómodo tratando con personas más mayores que yo que no con la gente de mi edad… Digamos que, por algún motivo, siempre he tenido inquietudes que no correspondían a mi edad biológica y que las diversiones de la gente de mi edad no iban conmigo…

La cuestión es que, tras varios años de relación virtual sin posibilidad de encuentros presenciales por razones geográficas, se decidió de mutuo acuerdo dar por finalizada esa relación. Estuvimos un tiempo manteniendo el contacto como amigos, pero llegamos a la conclusión que ella había creado muchísima dependencia de mí y continuar una relación de amistad como si nada era muy nocivo para ambos. Aunque fue duro, finalmente nos deseamos lo mejor en la vida y cada uno siguió su camino…

En esa época empecé a asistir a algunos eventos BDSM de manera esporádica: mi interés era intentar aprender a usar utensilios y empezar a prepararme mínimamente para una posible relación «en real», pero no tardé en darme cuenta de que eso iba a ser casi imposible. Pude comprobar que la gente se esconde tras la excusa de «no querer sentar cátedra» e impide que los novatos podamos adquirir poco a poco destrezas bebiendo de buenas fuentes de información, para evitar causar daños a nadie al haber aprendido de gente con experiencia. Me llevó unas nociones básicas de manejo de la fusta, eso sí, jejeje

Al cabo del tiempo, por sorpresas de la vida que nadie busca ni se espera, conocí a quien hoy es mi actual pareja. Llevamos unos cuantos años juntos e, inicialmente, intenté introducirla en el mundo del BDSM. No obstante, por la propia rutina del día a día y la cotidianeidad de la vida en pareja, resulta muy complicado compaginarlo y todo se acaba «avainillando» hasta un punto de no retorno… Hay que unir a eso que los gustos en cuanto a prácticas distaban mucho de complementarse, así que al final hemos decidido prescindir del BDSM juntos y priorizar la buena convivencia como pareja sentimental…

Pero ya sabemos lo que dice el dicho de que «la cabra siempre tira al monte», así que lo que uno lleva dentro no se puede reprimir eternamente y es necesario sacarlo al exterior para estar en completa harmonía con uno mismo. Sé que no debo ser el único en una situación similar, pero es difícil encontrar a gente afín porque no vamos diciendo por la calle que nos gusta el BDSM a diestro y siniestro, ni tampoco llevamos un cartelito que indique nuestro rol… ¡Ojalá! xD

Bueno, la cosa es que me he animado a darme de alta en este lugar y ver si aparece alguien con inquietudes afines y complementarias con quien se pueda forjar algo interesante y duradero. Al fin y al cabo, por conversar, no se pierde nada y se puede ganar mucho, ¿o no? He completado los datos del perfil de la mejor manera que he podido y sabido, por si le queréis echar un vistazo. Estoy abierto a conversar con quien le apetezca, sin ningún tipo de compromiso inicial y ver qué depara el futuro.

En mi caso estaría interesado en encontrar una MUJER sumisa-esclava-sierva (la denominación es algo muy personal y tiene diversos matices según la persona). Aunque pueda parecer sorprendente o no habitual, la edad me es indiferente (siempre asumiendo tener la mayoría de edad, evidentemente) y lo mismo sucede en cuanto al físico (al final lo importante es estar bien de salud y no va de tener unos quilos de más o de menos con los «traumas» que eso crea muchas veces).

Busco una sumisa y no una modelo de pasarela jejejej Y, además, tampoco voy a exigir algo que no pueda dar de manera recíproca… Debo reconocer que las mujeres tímidas, «puritanas» e «inexpertas» me despiertan especial interés, sobre todo si se añade el morbo de que sean bastante más mayores que yo (quien fue mi sumisa tenía 15 años más que yo, así que no hay problema en ese aspecto).

En cuanto a prácticas, hasta el momento poco he podido experimentar así que estoy bastante abierto a ir probando poco a poco sin prisa todo aquello que me llame la atención…

Muchas gracias por leerme y haber llegado hasta aquí… Si alguien decide contactar conmigo en privado, por favor, indicadme que habéis leído este mensaje y así sabré que empezamos con buen pie 🙂